MI EXPERIENCIA CON EL AYUNO INTERMITENTE
¿Es para todo el mundo?
30/12/2019 / Sin comentarios
Definición de ayuno según la RAE:
1) “Abstenerse total o parcialmente de comer o beber”
2) “Privarse o estar privado de algún gusto o deleite”.
La propia definición de ayuno resulta poco atractiva y le echa a una para atrás.
¿Abstención? ¿Privación de algún gusto o deleite?
En los tiempos de consumo pantagruélico en el que vivimos es difícil encontrar un aplauso o aprobación en “privarse de esos innumerables deleites y placeres” que la industria alimentaria, mediática y tecnológica nos ofrece a diario, en todas partes, a todas horas. De hecho, ser consumidores parece que es a lo que estamos llamados para poder dar color a nuestras vidas y definición a nuestra personalidad: coche, teléfono, casa, ropa, restaurantes, viajes, películas, series, redes sociales… sí, todo esto también es consumo.
Decidir no consumir voluntariamente ciertos alimentos, productos o servicios, puede ser el acto más provocador que podamos imaginar. Al fin y al cabo: ¿quién va a promocionar el ayuno si no hay ganancias económicas de por medio? Si no hay consumo, no hay gasto.
Pero no me voy a enredar por este camino que nos daría para un libro, aunque la relación sea muy íntima y estrecha. Nos centraremos hoy en el ayuno de alimentos y las diferentes formas de alimentación, sobre las que se han empezado a poner en cuestión ciertas creencias que hasta hoy considerábamos incuestionables, por ejemplo: la importancia de comer cinco veces al día.
El ayuno, normalmente, ha estado asociado a razones espirituales o culturales, restringiendo de forma deliberada de la dieta algunos alimentos. Más allá de los beneficios espirituales y meditativos del ayuno, en los últimos años está siendo objeto de estudio científico, y ya podemos contar con algunas investigaciones que demuestran que prolongar las horas de ayuno puede producir cambios importantes y positivos para la salud, como: reducir la presión arterial, mejorar la plasticidad cerebral, mejorar la resistencia a la insulina, favorece la pérdida de grasa…
Me empecé a interesar sobre este tema hace unos años a través de la web Fitness Revolucionario, un espacio en el que su creador, Marcos, expone todos los temas con pruebas y fuentes fiables.
En este artículo sobre el “Ayuno Intermitente” explica en detalle los beneficios, los tipos de ayuno y los mitos que lo rodean. Solo puedo recomendarte su lectura ya que es imposible explicarlo mejor.
Lo que me decidió a seguir indagando sobre el asunto hace un par de años era el hastío que sentía de estar a merced del horario y el reloj para alimentarme. Muchas veces comía casi sin hambre, pero era la hora de comer y había que comer. No sentía realmente las necesidades que mi cuerpo pedía. Si comía poco, después picoteaba y ese picoteo me dejaba revuelta la tripa para el resto de la jornada; era como si le estuviese dando demasiado trabajo a mi sistema digestivo. Sentía el vientre hinchado y me acostaba con malestar.
Pero iniciarme en el ayuno intermitente no fue ni rápido, ni fácil. Dados los antecedentes en Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) que padecí durante mi adolescencia y juventud, no me recomendaron hacer este tipo de prácticas, al menos sin una supervisión. Aunque me siento recuperada y dedico mi vida y profesión a entender mejor mi cuerpo y facilitar el conocimiento del suyo a los demás; aun así, me preocupaba que pudiera convertirse en un nuevo objeto de control o ‘autocastigo’, comportamientos muy destructivos que conozco bien. Así que añadir este elemento “estresante” en mi vida, por muchos beneficios demostrados que tuviese el ayuno, me hacía desconfiar, no del ayuno en sí, sino de mi relación con él. Me gusta comer y el hecho de restringir a unas horas la alimentación y después ayunar no lo veía del todo claro, reconozco que me entra una rabia tremenda si comen a mi alrededor cosas ricas y yo no.
Seguí investigando y todo lo que leía sobre el tema tenía una coherencia bastante sólida: si los seres humanos de hoy tenemos los mismos rasgos bioquímicos y biológicos que nuestros antecesores cazadores-recolectores, tiene sentido que nuestro diseño corporal esté más cerca del ayuno que estar comiendo cinco o seis veces al día.
Así que opté por no obsesionarme con ello, pero sí tomarlo en consideración. Empecé poco a poco y el primer paso fue, todavía manteniendo las tres comidas diarias (desayuno-comida-cena), tomarme un par de minutos antes de cada comida para observar cuál era mi nivel de hambre en ese momento. Con este espacio de tiempo podemos reconocer si estamos comiendo por impulso, con ansiedad (hambre emocional) o se trata de hambre fisiológica pura y dura, lo que viene a ser “estar canina”.
Ha sido a finales de este mes de noviembre cuando me vine arriba, vi que era el momento y decidí romper las barreras horarias. A modo de “auto-experimento”, sin expectativas ni reglas estrictas, determiné que durante el próximo mes de diciembre probaría el ayuno intermitente los días de diario bajo el formato 18/6: desayuno 9.30 o 10.00 am y comida sobre las 14.30-15.00h, después ya no tomar nada hasta el desayuno del día siguiente. O sea, saltarme la cena.
¿Por qué solo los días de diario? Pensé que dentro de la rutina diaria-laboral sería más fácil encajar las comidas, ya que en fin de semana siempre hay algún evento familiar y/o quedadas sociales, que podían dificultar “el experimento”.
¿Cuáles son mis CONCLUSIONES en este mes de prueba?
1-. SENSACIÓN DE HAMBRE Y FATIGA: curiosamente ha sido más acusada por la tarde, pocas horas después de haber comido. Sin embargo, cuando me he levantado por la mañana y he ido a entrenar, me he sentido con mucha energía. Entreno en ayunas desde hace años, pero en este mes al ser un ayuno más prolongado, estaba muy atenta a las sensaciones y he de reconocer que salía energía a raudales.
2-. El DES-AYUNO: el desayuno es la comida con la que más disfruto y volver de entrenar sintiendo que te has “ganado el pan” no tiene precio (¿el cazador se sentiría igual?) ;) En cierta manera, es como si estuviese sincronizando el reloj bioquímico del organismo: necesitas combustible, ahí lo tienes.
3-. COMPENSACIÓN CALÓRICA y RECOMPENSA: hay una tentación real muy presente al romper el ayuno de comerte todo lo que pilles a tu paso, justificando el “esfuerzo y sacrificio” tras haber ayunado tantas horas. Para mi recordar la intención y la motivación por la que hago el ayuno y tener preparado lo que voy a tomar al volver de entrenar, me ayuda a tener referencias sobre las cantidades y no sobrecompensar.
4-. CONSCIENCIA: he notado que podía escuchar mejor que antes las señales y las necesidades del cuerpo. Al romper el ayuno he disfrutado muchísimo de cada bocado de alimento que metía en la boca, deleitándome con los sabores, los olores… ¡¡hasta como más despacio!!
5-. DESCANSO Y SUEÑO: al final este tipo de ayuno en el que me he saltado la cena, ha supuesto alimentarme en las horas de luz y dejar descansar el aparato digestivo en las horas finales del día, lo que me ha ayudado también a dormir mejor. De nuevo esa sensación de sincronización.
6-. COMODIDAD Y AHORRO: aunque parezca una bobada, el hecho de no tener que meterme otra vez en la cocina, fregar, recoger… me ha dado más tiempo.
7-. ESTÉTICA y PÉRDIDA DE GRASA: físicamente no puedo decir que haya acusado una pérdida de grasa importante, ya que tampoco la tenía previamente al ayuno. Pero sí he notado que durante el día, incluso entrenando, me muevo con más agilidad y vigor. Los gases y la hinchazón abdominal han remitido bastante.
¿Y AHORA QUÉ?
Durante las fiestas navideñas he probado a “cambiar la pauta” y no he hecho ninguna pauta. Me explico: el ayuno me está enseñando a reconocer las sensaciones de saciedad y necesidad, así que en los días en los que ha habido celebración familiar y comida exuberante pues he comido lo que me apetecía sin llegar nunca al reventón, disfrutando de cada plato y probando diferentes sabores que solo en estas fechas puedes degustar.
En resumen: creo que lo mejor es que cada uno se mire y se conozca. Lo que a mí me ha ido bien no tiene porqué funcionar a otra persona. De momento, seguiré prolongando las horas de ayuno tras la comida del mediodía, pero si surgen imprevistos, si un día no tengo ganas de comer, o por el contrario, tengo más apetito, lo iré resolviendo según se presenten las sensaciones. El mejor método para mí, es no tener método e ir aprendiendo qué me sienta bien.
¿Te apetece empezar tu propia aventura? ¡Compártela por favor! ¡Vive tu cuerpo!