PIONERAS: LOS NUEVOS RETOS DE LA MUJER DEL S.XXI

11/10/2019 / Sin comentarios

El pasado 26 de septiembre tuve la oportunidad de vivir una experiencia sumamente enriquecedora junto a más de 30 mujeres en un encuentro creado por mujeres para mujeres, del que todavía puedo sentir la profunda huella que ha dejado en mi consciencia.

Era la primera vez que se me planteaba explicar y focalizar la práctica de la Atención Plena (Mindfulness) en las mujeres dentro del ámbito laboral. Esta innovadora iniciativa de IntraLinks -en concreto de la comunidad Women in Finance (WIF)- fue increíblemente reveladora. La idea de ofrecer una clase de Yoga y después una práctica de meditación Mindfulness a un nutrido grupo de mujeres del sector financiero, abriendo un espacio en el que pasar juntas una tarde, compartiendo e intercambiando experiencias, perspectivas o proyectos, me dio qué pensar…

Hasta este momento no había caído en la cuenta que somos la primera generación de mujeres que nos podemos permitir parar y preguntarnos: “¿Me gusta lo que hago? ¿Qué quiero hacer? ¿Esto me hace feliz? ¿Qué se espera de mí? ¿Realmente tengo que estar demostrando mi aptitud constantemente? ¿Puedo estar a gusto con mi cuerpo, aceptarlo y respetarlo, tal y como es? ¿Puedo tratarlo y cuidarlo con amabilidad? ¿O necesito hacerlo desde la exigencia y el castigo?” 

Sí. Parar y sentir.

No creo que nuestras madres, ni mucho menos nuestras abuelas, tuviesen la oportunidad de ir a un encuentro de mujeres a echar la tarde y reflexionar sobre cómo se sentían, si estaban llevando la vida que querían o si realmente deseaban hacer otra cosa. 

A las mujeres no se nos preguntaba ¿Qué quieres hacer? ¿Qué te gusta? ¿Qué te motiva? Simplemente se daba por hecho el papel que teníamos que jugar dentro de la sociedad y la familia. Lejos de hacer reproches a nada ni a nadie, todos estamos de acuerdo en cómo, hasta no hace mucho, era totalmente impensable hablar sobre la igualdad entre hombres y mujeres, no sólo en el ámbito laboral, sino también en el económico, familiar o cultural. Incluso hoy en día en muchas partes del planeta, estas reflexiones todavía son imposibles. 

No me remontaré en exceso, si queremos terminar de leer este artículo hoy, a los tiempos en los que hombres y mujeres vivíamos como cazadores/recolectores, momento crucial en nuestra historia evolutiva para entender quiénes somos y porqué actuamos cómo lo hacemos. Pero es importantísimo recordarlo y que todos tengamos muy claro de dónde venimos, sobre qué raíces se asientan nuestros géneros y sexos, y en qué momento se rompió el equilibrio de fuerzas.

Los hombres tienen una forma de percibir el mundo radicalmente diferente a las mujeres. Por favor, no caigamos en buenos y malos, porque no los hay. Es simplemente DIFERENTE. Los hombres perciben el mundo de una manera lineal, abstracta, secuencial y analítica, cualidades desarrolladas desde su papel como cazador. Las mujeres perciben el mundo de forma holística, concreta, simultánea y sintética, cualidades grabadas a fuego desde su papel de cuidadora/recolectora.

No lo digo yo. Realmente no digo nada, me considero un mero altavoz de referentes con gran autoridad en este campo como la arqueóloga y prehistoriadora Almudena Hernando (“La fantasía de la individualidad”-Ed. Traficantes de Sueños 2012), el antropólogo Marvin Harris (“Vacas, cerdos, guerras y brujas. Los enigmas de las culturas”. Ed. Alianza 1974) o el divulgador Leonard Shlain (“El alfabeto contra la diosa”-Ed.Debate 2000). Estudiosos que hacen hincapié en cómo el poder transformador de la escritura o la relación con la individualidad, el poder y el control económico, son las piezas fundamentales para entender esa ruptura y el motivo por el que en los últimos siglos hemos construido una sociedad cultural desde la perspectiva masculina. 

A partir de ese momento, la mayor parte de las actividades humanas que se desarrollan fuera del hogar, han sido creadas por los hombres para los hombres. Pensemos cómo actualmente la estructura política, la narración historia, la economía, la ingeniería, las artes, la ciencia, la comunicación, los deportes, el ocio, la educación… prácticamente todo, pertenece a la visión masculina del mundo, convirtiendo a las mujeres que destacan en estos ámbitos en meras excepciones. El único espacio permitido a la mujer era el del hogar, la familia y las relaciones personales.

Hasta ahora. Hoy, esa realidad ha cambiado. 

Con esto sobre la mesa, si me preguntas: ¿Cómo puede ayudar la Atención Plena-Mindfulness- a la mujer del siglo XXI? Te respondo: En TODO. Pero no solo a las mujeres, sino a toda la sociedad.

DARSE CUENTA eso es lo que importa.

Pero si estoy viviendo bajo la presión y la exigencia constante de un sistema que me engulle el tiempo en obtener metas imposibles y objetivos inalcanzables, aderezados con un sinfín de estímulos audiovisuales y experiencias sensoriales indescriptibles, puede que nunca sea consciente de que realmente son metas imposibles y verdaderamente objetivos inalcanzables. 

Cultivar la atención plena nos puede servir para DARNOS CUENTA de la realidad del mundo en el que vivimos, permitiéndonos distinguir entre lo posible y lo imposible, entre lo que otros han decidido que tiene que ser mi objetivo vital y lo que realmente es mi objetivo vital. 

Si quiero ser empresaria, política, médico, ingeniera, madre de familia, cuidadora, directora financiera, escritora, piloto o futbolista, lo seré dentro de un sistema cultural creado por hombres bajo las reglas de los hombres, y lo que es más importante: entendiendo que estoy pisando un terreno que ninguna mujer ha pisado antes, excepto las mencionadas excepciones.

Pioneras, eso es lo que somos las mujeres del siglo XXI, y como pioneras nos confundiremos de camino, rectificaremos, aprenderemos a tomar nuevas direcciones, cometeremos errores y nos frustraremos en muchas ocasiones, pero debemos DARNOS CUENTA de que esa es nuestra condición de pioneras. Nadie sabe la solución a los problemas a los que nos enfrentamos, porque nadie ha estado ahí antes. Solamente unidas y conscientes seremos capaces de abrir camino para que las nuevas generaciones de mujeres culminen el cambio de paradigma hacia la igualdad.